El Arte de Vivir: Meditación Vipassana
El texto esta basado en una charla dada por el señor: S. N.
Goenka en Berna, Suiza.
Todos buscamos la paz y la
armonía, porque carecemos de ellas. De vez en cuando todos experimentamos
agitación, irritación, falta de armonía, sufrimiento; y cuando padecemos la
agitación, no guardamos esta miseria limitada en nosotros, sino que continuamente
la distribuimos a los demás. Una persona desdichada impregna el ambiente que le
rodea de agitación, y quienes estén cerca de ella también se alteran, se
irritan. Ciertamente, ésta no es la manera adecuada de vivir.
Tenemos que vivir en paz con
nosotros mismos y en paz con los demás porque, en definitiva, los seres humanos
somos seres sociales que vivimos dentro de una sociedad interrelacionada. ¿Pero
como vivir en la paz y armonía internas, y mantenerlas para que los demás
puedan también vivir en paz y armonía?
Para poder librarnos de nuestra
agitación, tenemos que conocer la razón básica de la misma, la causa del
sufrimiento. Al investigar este problema, nos damos cuenta que nos sentimos
agitados en cuanto generamos negatividades o contaminaciones en la mente. La
negatividad, la contaminación o la impureza mental, no pueden coexistir con la
paz y la armonía.
¿Cómo empezamos a generar
negatividades? También ahora nos damos cuenta, al investigar, de que nos
sentimos desdichados cuando estamos con alguien que se comporta de una manera
que no nos gusta o cuando sucede algo que nos desagrada. Cuando ocurre algo que
no deseamos, surge tensión en nuestro interior y también surge cuando no ocurre
o existen obstáculos para que se cumpla algo que deseamos, y con todo ello
empezamos a atar nudos en nuestro interior. Y como durante toda la vida van a
suceder cosas que no queremos y las queridas puede que sucedan o puede que no
sucedan, no cesamos en este proceso de reacción de atar nudos - nudos gordianos
- que hacen que toda la estructura física y mental esté en tensión, llena de
negatividades, convirtiendo nuestra vida en continua desdicha.
Una manera de resolver este
problema sería arreglárnoslas para que en nuestra vida no ocurra nada no
deseado, para que todo sea tal como deseamos. Para lograrlo deberíamos
desarrollar en nosotros mismos el poder o bien conseguir que venga en nuestra
ayuda alguien que lo tenga, para que las cosas no deseadas no sucedan y solo
sucedan las cosas deseadas. Pero eso es imposible. No existe nadie en el mundo
que pueda satisfacer todos sus deseos, en cuya vida todo transcurra como
quiere, sin que pase algo no deseado. Constantemente ocurren cosas que van en
contra de nuestros deseos y querencias, de ahí la pregunta oportuna: ¿Cómo podemos
dejar de reaccionar ciegamente cuando debamos enfrentarnos a situaciones que no
nos gustan? ¿Cómo podemos dejar de generar tensión y permanecer llenos de paz y
de armonía?
Tanto en la India como en otros
países hubo personas santas y sabias que estudiaron este problema - el problema
del sufrimiento humano -, y encontraron una solución: cuando ocurre algo no
deseado y empezamos a reaccionar con ira, miedo o cualquier negatividad, hay
que dirigir lo antes posible la atención a cualquier otra cosa, por ejemplo te
levantas, coges un vaso de agua y empiezas a beber; de esta manera la ira no
solo no se multiplicará sino que empezara a disminuir: O empiezas a contar:
uno, dos, tres, cuatro... O repites una palabra, o una frase, o un mantra, o
quizá el nombre de una persona santa hacia la que sientas devoción. Así
desviamos la mente y hasta cierto punto nos liberamos de la negatividad, de la
ira.
Esta solución era útil,
funcionaba y aun funciona; practicándola, la mente se siente libre de
agitación. No obstante solo funciona en el nivel de la mente consciente porque
lo que de hecho hacemos al desviar la atención es empujar la negatividad a lo
mas profundo del inconsciente donde sigues generándola y multiplicándola. Hay
paz y armonía en la superficie, pero en las profundidades de la mente hay un
volcán dormido de negatividad reprimida que antes o después entrará en erupción
con una gran explosión.
Hubo otros exploradores de la
verdad interna que llegaron algo más allá en su búsqueda, y que tras
experimentar en su interior la realidad de la mente y de la materia se dieron
cuenta de que desviar la atención es solo huir del problema. Escapar no es una
solución, hay que enfrentarse al problema; cuando surja una negatividad en la
mente, obsérvala, hazle frente y tan pronto como empieces a observar la
contaminación mental, empezará a perder fuerza y poco a poco se irá marchitando
y podrá ser arrancada de raíz.
Es una buena solución que evita
los dos extremos: represión y dar rienda suelta. Enterrar la negatividad en el
inconsciente no la erradicará y permitirle manifestarse con un acto físico o
verbal dañino solo creará más problemas. Pero si te limitas a observarla, la
contaminación desaparece y habrás erradicado esa negatividad, estarás libre de
esa contaminación.
Esto suena muy bien, pero ¿es
practicable en la realidad? ¿Resulta fácil para una persona corriente
enfrentarse a las contaminaciones? Cuando surge la ira, nos coge tan de
sorpresa que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Arrastrados por la ira
cometemos actos físicos o mentales que nos dañan a nosotros y a los demás. Poco
después, al desaparecer la ira, empezamos a llorar y a arrepentirnos, pidiendo
perdón a los demás o pidiendo perdón a Dios: "Oh, he hecho un error,
perdóname". Pero la próxima vez que nos encontremos en una situación
semejante volveremos a reaccionar igual. Este arrepentimiento no nos habrá
servido para nada.
La dificultad estriba en que no
somos conscientes del momento en el que comienza esta contaminación. Empieza en
las profundidades de la mente inconsciente y cuando llega al consciente ha
tomado tal fuerza que nos arrastra y no podemos observarla.
Supongamos por un momento que
empleo un secretario privado para que me avise cuando surja la ira diciéndome:
"Mire, va a aparecer la ira". Pero como no sé cuando va a surgir la
ira tengo que emplear tres secretarios haciendo tres turnos que cubran las veinticuatro
horas del día. Supongamos que puedo mantener ese gasto y aparece la ira.
Inmediatamente mi secretario diría: "Mire, la ira ha comenzado". Lo
primero que haría sería darle una mala contestación: "¿ Eres tonto, crees
que te pago para que me lleves la contraria?". La ira me arrastraría de
tal forma que un buen consejo no podría ayudarme.
Supongamos que prevalezca la
sabiduría y que no le regaño sino que le digo: "Muchas gracias, ahora debo
sentarme y observar mi ira". Pero, ¿acaso es eso posible? Nada más cerrar
los ojos para observar la ira, y el objeto de mi ira, ya sea una persona o un
incidente, surge de inmediato en mi mente y ya no observo la propia ira sino
meramente el estímulo externo de aquella emoción, lo cual, sólo conducirá a la
multiplicación de la ira y por tanto, no es una solución. Es muy difícil
observar una negatividad abstracta, una emoción abstracta divorciada del objeto
exterior que la originó.
Sin embargo, hubo alguien que
habiendo llegado a la verdad última encontró una solución auténtica. Descubrió
que al surgir una contaminación en la mente ocurren dos cosas simultáneamente
al nivel físico: la respiración pierde su ritmo normal, - es fácil observar que
respiramos más fuerte cuando surge una negatividad - y en niveles más sutiles
se inicia en el cuerpo una reacción bioquímica que da lugar a una sensación.
Todas las contaminaciones generan algún tipo de sensación en el cuerpo.
Esto nos ofrece una solución
practica: una persona corriente no puede observar las contaminaciones
abstractas: miedo, ira o pasión, pero con un adiestramiento adecuado y
practicando es fácil observar la respiración y las sensaciones del cuerpo, y
ambas están relacionas directamente con las contaminaciones mentales.
La respiración y las sensaciones
ayudan de dos formas: primero se comportaran como secretarios privados y en
cuanto surja una impureza la respiración dejará de ser normal y empezara a
gritarnos: "¡Algo va mal!". Y como no podemos regañar a la
respiración tenemos que aceptar el aviso. De igual forma también las
sensaciones nos dirán que algo va mal. Tras habernos avisado podemos empezar a
observar la respiración, a observar las sensaciones y nos daremos cuenta de que
la impureza desaparece enseguida.
Este fenómeno físico - mental es
como una moneda, en una cara están los pensamientos y las emociones que surgen
en la mente y en la otra: la respiración y las sensaciones del cuerpo. Todos
los pensamientos y emociones, todas las impurezas mentales que surgen se
manifiestan en la respiración y en las sensaciones de ese momento. Por eso, al
observar las sensaciones o la respiración estamos observando, de hecho, las
contaminaciones mentales. En vez de huir del problema nos enfrentamos a la
realidad tal y como es, las negatividades ya no nos arrastrarán como hicieron
en el pasado y si perseveramos terminarán por desaparecer y permaneceremos
felices y en paz.
De esta forma la técnica de la
auto-observación nos muestra los dos aspectos de la realidad: el interno y el
externo. Antes sólo mirábamos al exterior perdiendo la verdad interna;
buscábamos en el exterior la causa de nuestra desgracia culpado siempre a algo
o a alguien e intentábamos cambiar la realidad externa. Al ignorar la realidad
interna, no comprendíamos que la causa del sufrimiento se encuentra en nuestro
interior, en nuestras reacciones ciegas hacia las sensaciones agradables o
desagradables.
Ahora, al adiestrarnos, podemos
ver la otra cara de la moneda, podemos ser conscientes de nuestra respiración y
también de lo que ocurre en nuestro interior. Sea lo que sea, respiración o
sensación, aprendemos a observar sin desequilibrar la mente. Dejamos de
reaccionar y de multiplicar nuestra desdicha y permitimos que las
contaminaciones se manifiesten y desaparezcan.
Las negatividades se disuelven
más deprisa cuanto más se practica esta técnica. Poco a poco la mente se libera
de las contaminaciones y se hace pura. Una mente pura está siempre llena de
amor, amor desinteresado hacia los demás, llena de compasión hacia el
sufrimiento y las faltas ajenas, llena de alegría al ver los triunfos y la
felicidad de otros, llena de ecuanimidad en cualquier situación.
Al llegar a este estado nuestra
conducta habitual cambia, ya no es posible cometer actos físicos o verbales que
puedan perturbar la paz y la felicidad ajenas. Una mente equilibrada esta llena
de paz e impregna el ambiente que la rodea de paz y de armonía que también
afectan a los demás ayudándoles.
Al aprender a mantenernos
equilibrados haciendo frente a lo que experimentamos en nuestro interior,
desarrollamos también el desapego hacia todo lo que nos deparen las situaciones
externas. Pero este desapego no es escapismo o indiferencia hacia los problemas
del mundo. Quienes practican Vipassana con regularidad se sensibilizan más a
los sufrimientos de los demás, y hacen cuanto pueden para aliviar el
sufrimiento en la forma que puedan, sin agitación, con la mente llena de amor,
compasión y ecuanimidad. Aprenden la santa indiferencia, aprenden a entregarse
por completo, a ocuparse totalmente de ayudar a los demás, manteniendo
simultáneamente el equilibrio mental. Así permanecen llenos de paz y de
felicidad mientras trabajan por la paz y la felicidad de los demás.
Esto es lo que el Buda enseñó: un
arte de vivir. No fundó una religión, un "ismo", ni enseñó ritos o
rituales ni ninguna fórmula vacía a quienes se acercaban a él, sino que les
enseñó a observar la naturaleza tal y como es, observando la realidad interna.
Debido a nuestra ignorancia reaccionamos constantemente de manera que nos
dañamos o dañamos a los demás, pero cuando surge la sabiduría, - la sabiduría
de observar la realidad tal y como es -, desaparece el hábito de reaccionar y
cuando dejamos de reaccionar a ciegas somos capaces de realizar actos
verdaderos, actos que emanan de una mente equilibrada, de una mente que ve y
comprende la verdad. Un acto así, sólo puede ser positivo, creativo, capaz de
ayudarnos a nosotros y a lo demás.
Por eso es necesario
"conocerse a sí mismo", consejo que dan todos los sabios. Conocerse
no sólo intelectualmente en el nivel de ideas y teorías, no sólo emocional o
devocionalmente aceptando a ciegas lo que hemos visto u oído, tal conocimiento
no es suficiente, mas bien debemos conocer la realidad a través de la
experiencia. Debemos experimentar directamente la realidad de este fenómeno
físico - mental, pues es lo único que nos ayudará a liberarnos de las
contaminaciones, a liberarnos del sufrimiento.
Se llama meditación Vipassana a
esta experiencia directa de nuestra realidad, a esta técnica de auto
-observación. En el idioma que se utilizaba en la India en la época del Buda
"passana" significaba ver las cosas en la forma corriente, con los
ojos abiertos; pero "vipassana" es observar las cosas tal y como son,
no como parecen ser. Hay que penetrar a través de la verdad aparente hasta
llegar a la verdad última de la estructura mental y física. Al experimentar
esta verdad aprendemos a dejar de reaccionar ciegamente, a dejar de generar
contaminaciones, y de forma natural las contaminaciones antiguas van
erradicándose poco a poco. Así nos liberamos de la desdicha y experimentamos la
felicidad auténtica.
En un Curso de meditación
Vipassana. se dan tres pasos. El primer paso es abstenerse de cualquier acto
físico o verbal que pueda perturbar la paz y la armonía de los demás. No
podemos liberarnos de nuestras contaminaciones mentales si continuamos realizando
actos de obra o de palabra que están multiplicando estas contaminaciones. Por
eso el primer paso de esta práctica es un código moral. Nos comprometemos a no
matar, no robar, no tener una conducta sexual inadecuada, no mentir y no tomar
intoxicantes. Al abstenerse de estos actos permitimos a la mente que se serene
lo suficiente como para poder continuar.
El segundo paso es aprender a
controlar nuestra mente salvaje adiestrándola para que se concentre en un único
objeto: la respiración. Intentamos mantener la atención en la respiración el
mayor tiempo posible. Este no es un ejercicio de respiración porque no
intentamos regularla, sino que la observamos tal y como es, de forma natural,
tal y como entra, tal y como sale. De esta forma aumentamos la serenidad de la
mente para que no se deje arrastrar por negatividades intensas y al mismo
tiempo vamos concentrándola y haciéndola más afilada, más penetrante, más capaz
de trabajar internamente.
Estos dos primeros pasos, vivir
con moralidad y controlar la mente son muy necesarios y beneficiosos en sí
mismos pero conducen a la represión a menos que demos un tercer paso que
consiste en purificar la mente de las contaminaciones, desarrollando la visión
cabal de nuestra propia naturaleza. Esto es Vipassana, la experimentación de
nuestra propia realidad, observando en nosotros mismos de forma sistemática y
desapasionada este fenómeno de mente y materia en constante cambio que se
manifiesta en sensaciones. Esta es la culminación de la enseñanza del Buda: la
auto - purificación a través de la auto - observación, algo que puede ser
practicado por todos y cada uno de nosotros. Todos nos enfrentamos al problema
del sufrimiento, es una enfermedad universal que requiere un remedio universal,
no un remedio sectario. Cuando sentimos ira no es una ira budista, una ira
hinduista, o una ira cristiana. La ira es ira. Cuando a resultas de esta ira
nos sentimos agitados, la agitación no es una agitación cristiana, judía o
musulmana. La enfermedad es universal y el remedio debe ser universal.
Puede ser practicada por uno y
por todos. Todos deben enfrentar el problema del sufrimiento. Es una enfermedad
universal que requiere de un remedio universal, no de un remedio sectario.
Cuando uno experimenta odio, no es un odio budista, un odio hindú o un odio
cristiano. El odio siempre es odio. Cuando uno experimenta agitación como
resultado de este odio, la agitación no es cristiana, judía o musulmana. La
enfermedad es universal. El remedio también debe ser universal.
La Vipassana es este remedio.
Nadie puede objetar a un código de vida que respeta la paz y la armonía de los
demás. Nadie puede objetar el desarrollo del control sobre la mente. Nadie
puede objetar al desarrollo de la visión cabal de nuestra propia naturaleza
para posibilitar la liberación de la mente de sus negatividades. La Vipassana
es un sendero universal.
Observar la realidad tal y como
es, observando la verdad interior, uno se conoce a sí mismo directamente a
través de la experiencia. Con la práctica nos liberamos de la desdicha que
acarrean las contaminaciones. Partiendo de la verdad externa, burda y aparente,
penetramos en la verdad última de la mente y la materia. Esto también terminan
por trascenderse y se experimenta una verdad que esta más allá de la mente y la
materia; más allá del tiempo y del espacio, más allá del campo condicional de
la relatividad: la verdad de la liberación total de todas las contaminaciones,
de todas las impurezas, de todo el sufrimiento. No importa el nombre que se de
a esta verdad última, es la meta final de todos nosotros.
¡Ojalá que experimentes esta
verdad última! ¡Ojalá que todos se liberen de las contaminaciones y de la
desdicha! ¡Ojalá que todos gocen de una paz autentica, una paz real, una
armonía real!
PUEDAN TODOS LOS SERES SER FELICES
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